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América bajo tensión: zonas de conflicto sin guerra declarada.


Vista aérea de una favela con casas muy juntas, calles estrechas y presencia policial por la noche.
Vista aérea de favela com casas próximas, ruas estreitas, e presença policial durante a noite

Vivimos tiempos de palabras duras, conflictos que acaparan los titulares y peligrosas comparaciones. En todo el continente americano, existen zonas marcadas por la tensión, la violencia y la desigualdad, hasta el punto de que muchos las perciben como las modernas «Franjas de Gaza», incluso sin tanques ni ejércitos en guerra abierta. Son zonas de conflicto silencioso, pero que millones de personas sufren a diario. Queremos mostrar aquí por qué. El núcleo de este drama, lamentablemente, late en muchos rincones, y no solo en la distancia.


La tensión también surge en el silencio del miedo.

Muchos países de América nunca han participado en un conflicto armado abierto, pero varias comunidades ya no distinguen entre ambos. Viven bajo la amenaza del crimen organizado, luchan contra gobiernos autoritarios, enfrentan pobreza crónica y sufren intensas crisis migratorias. El resultado es una vida cotidiana de guerra no declarada, donde el peligro rara vez descansa, desde San Salvador hasta Tegucigalpa, desde Tijuana hasta Río de Janeiro, desde Medellín hasta Puerto Príncipe.

¿Qué hace que un lugar sea comparable a una zona de guerra? ¿Qué lleva a ciudades, barrios e incluso países enteros a sobrevivir bajo tensión constante sin una declaración oficial de conflicto? De eso queremos hablar, y debemos afrontar la verdad de frente.


El Triángulo Norte: miedo, huida y dominio de las pandillas.


El Salvador, Honduras y Guatemala conforman el llamado Triángulo Norte de Centroamérica. Son naciones con un legado de conflictos civiles y décadas de inestabilidad, donde el crimen organizado ha ocupado el vacío dejado por el Estado . MS-13 y Barrio 18 son nombres que resuenan en las calles y los hogares, sinónimos de extorsión, asesinato, narcotráfico y control territorial.

  • La extorsión es un hecho cotidiano para comerciantes y familias.

  • Los asesinatos convierten a estas ciudades en algunas de las más violentas del mundo.

  • Cuando aparece el Estado, es débil o cómplice.

Observamos una población atrapada: jóvenes captados por pandillas, niños impedidos de estudiar por miedo, pequeños negocios que pagan extorsión para poder operar. El resultado es una ola migratoria constante. Cientos de miles huyen al norte cada año en busca de supervivencia.

Trípode de violencia centroamericana
tripé-centroamericano-violencia

Quienes permanecen a menudo luchan solos. Según informes de ONG locales (CENTRAL AMERICAN PUBLIC POLICY INSTITUTE. Migration and Security Report, 2023), el sistema de justicia penal tiene recursos limitados y con frecuencia recurre a respuestas violentas, lo que agrava aún más la situación (ONU, 2022; AMNISTÍA INTERNACIONAL, 2023).

El sentir popular es claro:

"Es mejor arriesgarlo todo intentando escapar que esperar la muerte aquí."

México y su frontera norte: cárteles, desapariciones y cruces peligrosos.


México, situado entre los flujos migratorios de Centroamérica y el multimillonario narcotráfico de Estados Unidos, posee una de las fronteras más críticas del planeta. El dominio de los cárteles, especialmente en estados como Tamaulipas, Chihuahua y Sonora, genera un clima de temor constante no solo para los mexicanos, sino también para quienes llegan del sur en busca del sueño americano.

  • El narcotráfico es el principal motor de las economías ilegales.

  • Los cárteles controlan las rutas, imponen leyes, secuestran, extorsionan y matan.

  • Cruzar la frontera es como jugar a la ruleta rusa: las detenciones, las desapariciones y la violencia sexual son comunes.

Según estimaciones recientes (GOBIERNO DE MÉXICO, 2023; OIM, 2023), decenas de miles de personas desaparecen cada año al intentar cruzar la frontera o trabajar en zonas fronterizas. Muchas son víctimas de trata de personas, trabajo forzado o mueren en el desierto.

La frontera en sí es tierra de nadie, y tierra de todos.

Las políticas migratorias más estrictas en Estados Unidos han creado nuevas rutas e incentivos para acciones aún más violentas por parte de los cárteles, que se benefician controlando tanto el narcotráfico como el flujo migratorio. Vemos cómo este ciclo se retroalimenta día tras día.


Brasil, Colombia y Venezuela: favelas, pandillas y la ausencia del Estado.


No siempre necesitamos mirar más allá de las fronteras para encontrar zonas de conflicto silencioso. En nuestro propio continente sudamericano, las favelas de Río de Janeiro, los barrios de Medellín y las comunidades de Caracas comparten algo en común: la feroz disputa entre facciones criminales, milicias y, a menudo, un Estado ausente o violento.

En Brasil, las recientes operaciones policiales en los complejos de favelas de Alemão y Penha demuestran la gravedad de la situación. Los residentes denuncian tiroteos diarios, escuelas cerradas, comercio paralizado y jóvenes reclutados por narcotraficantes ante la falta de otras opciones. Con cada gran operación, la pregunta se vuelve más acuciante:

¿Quién protege y quién amenaza cuando el Estado y el delito se vuelven indistinguibles?
conflicto de favelas de Río
Favela-Rio-conflicto

En Medellín, Colombia, el fenómeno de la «paz armada» está dando paso al surgimiento de nuevas facciones. El control territorial permanece en manos de grupos herederos de los antiguos cárteles. Caracas, en Venezuela, también constituye un ejemplo extremo: bandas armadas ocupan barrios enteros, dictando las normas y suplantando a las autoridades públicas.

De estas experiencias se desprende una triste realidad: donde hay un vacío de poder estatal, existen terrenos fértiles para que grupos armados se hagan con el control . Esto convierte cada redada policial en un enfrentamiento armado y cada noche en una época de incertidumbre.


Haití: catástrofe, pandillas y un Estado casi ausente.


Pocos países de América arrastran una historia tan traumática como Haití. Además de las graves crisis humanitarias provocadas por los terremotos (2010 y 2021), los huracanes y el colapso del sistema sanitario, el país lleva años sufriendo la toma casi total del Estado por parte de bandas armadas.

Los analistas políticos señalan que facciones rivales controlan la mayor parte de la capital, Puerto Príncipe, y que el gobierno central vive bajo constante amenaza. El comercio, las escuelas y los hospitales solo funcionan con la autorización de los líderes de las pandillas, y el acceso a la ayuda internacional está limitado por bloqueos criminales (ONU, 2023; MSF, 2024).

  • Los tiroteos y los secuestros son parte de la rutina.

  • La migración se ha convertido en una alternativa al éxodo masivo.

  • La inseguridad alimentaria está alcanzando niveles históricos.

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haiti-gangues-poverty

En un país con un Estado fragmentado, poco queda aparte de las ONG y las iniciativas de la sociedad civil que intentan cubrir las necesidades básicas. Algunos países vecinos están intensificando las operaciones militares selectivas para frenar la ola migratoria, pero las soluciones a largo plazo parecen lejanas.

Cuando la tensión traspasa las fronteras: la migración y sus efectos secundarios.


Nos vemos obligados a reconocer la magnitud de este fenómeno. Una zona de tensión rara vez permanece aislada: la inestabilidad y la violencia se propagan como olas, ejerciendo presión sobre los países vecinos, aumentando los controles fronterizos y generando duras respuestas por parte de los gobiernos que temen el "contagio".

El impacto migratorio es brutal: datos del Observatorio Mundial de las Migraciones muestran que, en los últimos diez años, el número de migrantes procedentes de América Central y el Caribe hacia Estados Unidos y Canadá ha crecido en casi un 230% (ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL PARA LAS MIGRACIONES, 2023).

Proteger una frontera nunca ha sido tan caro ni tan controvertido.
  • Crecimiento de las políticas de tolerancia cero en EE. UU. y otros países del continente.

  • Militarización progresiva de las fronteras, incluyendo el uso de drones y nuevas tecnologías de vigilancia.

  • Refugiados que se enfrentan a situaciones de extrema vulnerabilidad, campamentos, detenciones, violencia.

El crimen organizado, a su vez, no respeta fronteras nacionales. Los cárteles mexicanos se asocian con traficantes en Sudamérica; las rutas de drogas y armas atraviesan distintos países, conectando los mercados de consumo en Estados Unidos y Europa. Esta interconexión criminal exige cada vez más cooperación internacional (Departamento de Estado de EE. UU., 2023; Policía Federal Brasileña, 2023).


El impacto en quienes viven en estas zonas: miedo y la vida en suspenso.


Ahora es el momento de escuchar las voces de las comunidades que más sufren, porque las cifras no cuentan toda la historia. Nos preguntamos: ¿cómo es vivir en una "zona de conflicto no declarada"?

  • Las escuelas cierran durante varios días seguidos tras los tiroteos.

  • Los profesores se niegan a enseñar. Los niños no aprenden.

  • Los jóvenes se enfrentan a dos destinos principales: la trata de personas o la migración.

  • Los negocios están obligados a pagar para abrir sus puertas.

  • Solo unos pocos servicios básicos funcionan sin interferencia criminal.

Vivir bajo tensión significa aprender a reconocer el sonido de los disparos, negociar rutinas y ocultar sueños.

Crecer con miedo limita el futuro de toda una generación.

La pobreza persiste, la desigualdad crece y las opciones disminuyen. Y, como vimos en las protestas de Chile (2019-2021) y Colombia (2021), la frustración social acumulada también se desborda en las calles, esta vez contra gobiernos acusados de negligencia, corrupción y represión.

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En estas ocasiones, la represión estatal suele intensificarse, alimentando aún más la sensación de estar en territorio sin ley.


¿Por qué tanto vacío? El papel del Estado ausente.


Insistimos: la ausencia de políticas públicas coherentes es una de las principales razones por las que tantas zonas del continente se encuentran bajo el control de facciones o grupos paramilitares. A menudo, esta ausencia se manifiesta en la precariedad de los servicios básicos, el abandono de las políticas generadoras de ingresos o la fragilidad de los sistemas educativos.

  • Los vacíos dejan espacio para estructuras de mando paralelas (milicias, facciones, organizaciones armadas);

  • Las leyes se olvidan o se sustituyen por normas impuestas por la fuerza;

  • La violencia policial, la corrupción y la falta de fe en el sistema judicial alienan aún más a los ciudadanos del Estado.

Este contexto no solo crea territorios donde el Estado formal pierde relevancia, sino que también limita cualquier perspectiva real de progreso colectivo. Nace una cultura del «sálvese quien pueda», mientras que el miedo se convierte en la fuerza política dominante.


Posibles caminos: reconstruir el tejido social


Incluso en medio de tanto dolor, es posible imaginar y construir soluciones. No es sencillo ni rápido, pero empresas, gobiernos, ONG y movimientos sociales han aportado valiosas pistas. Entre las vías sugeridas por expertos (UNICEF, 2023; CEPAL, 2023; Banco Mundial, 2022), destacamos:

  • Invertir en educación y cultura como alternativa al reclutamiento de delincuentes.

  • Promover programas que generen empleos, ingresos y emprendimiento local.

  • Reformar las políticas de seguridad para priorizar la policía comunitaria y reducir el uso de la fuerza letal.

  • Ampliar la cooperación internacional y el intercambio de información.

  • Para apoyar iniciativas de asistencia social, psicosocial y legal de calidad.

Uno de los puntos clave reside en la movilización social: la denuncia, la participación y la reafirmación de los derechos. Asimismo, cobra cada vez mayor importancia el uso de tecnologías, plataformas de denuncia, aplicaciones de seguridad y redes que facilitan la conexión de las víctimas con organizaciones de apoyo.

Productos y cursos recomendados para quienes desean comprender y actuar.



¿Cómo podemos ayudar? Ciudadanía activa y responsabilidad colectiva.


No siempre parece que tengamos poder; al fin y al cabo, las fronteras y los gobiernos están fuera de nuestro alcance. Pero la experiencia ha demostrado que el verdadero cambio surge de la suma de pequeñas acciones y del compromiso colectivo . Hemos esbozado algunas maneras de actuar:

  • Compartir información fiable sobre la situación en las Américas;

  • Apoyar a las ONG y proyectos locales que brindan asistencia directa;

  • Exigir a los representantes políticos políticas basadas en los derechos y la dignidad;

  • Valorar y proteger a los defensores de los derechos humanos;

  • Participar en debates, audiencias públicas y foros sobre seguridad y justicia social;

  • Para fomentar la inclusión social y el respeto dentro de las propias comunidades;

Los pequeños gestos generan grandes olas de transformación.

No hay soluciones fáciles, pero sí caminos posibles. Lo importante es no caer en la complacencia ni aceptar la normalización del miedo y la desigualdad. El continente americano es inmenso, diverso y rebosante de potencial, y no podemos permanecer impasibles mientras se crean zonas de guerra donde debería florecer la esperanza.


Referencias


Naciones Unidas (ONU). Informe anual sobre la violencia y el desplazamiento en América Latina y el Caribe. Nueva York: ONU, 2022.

Instituto Centroamericano de Políticas Públicas. Informe sobre migración y seguridad. Ciudad de Guatemala: IPPAC, 2023.

Amnistía Internacional. Estados Unidos bajo presión: un análisis comparativo de las zonas de riesgo. Londres: AI, 2023.

GOBIERNO DE MÉXICO. Secretaría de Gobierno. Informe de Personas Desaparecidas 2023.

Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Anuario Mundial de las Migraciones 2023. Médicos Sin Fronteras (MSF). Informe sobre Haití: Una crisis humanitaria sin fin. París, 2024.

Policía Federal Brasileña. Informe Anual sobre Tráfico de Drogas y Delincuencia Organizada. Brasilia, 2023.

DEPARTAMENTO DE ESTADO DE LOS ESTADOS UNIDOS. Estrategias de Cooperación Internacional 2023.

UNICEF. Juventud y violencia en América Latina: desafíos y posibilidades. Ginebra, 2023.

CEPAL – Comisión Económica para América Latina y el Caribe. Panorama social de América Latina. Santiago, 2023.

BANCO MUNDIAL. Inversiones sociales para la reducción de la violencia. Washington, 2022.



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